sábado, 30 de julio de 2011

Capítulo 1 : Hoy es mi día.

Hoy es un día de esos que verdaderamente empiezan con una sonrisa. ¿Sabes cuando miras a tu alrededor y todo te parece más bonito: los árboles que te rodean, el cielo o una nuebe tonta que parece que tiene algo que decir? Pues eso, que en pocas palabras te sientes en sintonía con todo lo que te rodea, lo que se dice tener buen feeling con el mundo.
Hoy es mi día y no quiero que suceda nada que me lo pueda arruinar. Tiene que ser perfecto. De hecho estos son los tres deseos que he querido concederme:

1) Comprarme el nuevo disco de Selena Gómez, y escucharlo horas y horas.

2) Ir a la heladería y comprarme un cucurucho de nata y chocolate caliente por encima combinado con unas pequeñas bolitas de chocolate también que te da gusto masticarlas una a una por solo oír como crujen, de esos helados que te los comes con los ojos cerrados de lo buenos que están, mientras alguien te pregunta que si te gusta y asientes con la cabeza, mientras en tu boca se ha formado un pequeño bigote de nata mezclado con chocolate.
- Son seis euros con cincuenta.
- Aquí tiene.
¡Madremía, menudo sablazo! ¡¿Seis euros con cincuenta por un cucurucho?! Este mundo no hay quien lo entienda... pero buno un día es un dia, me digo a mí misma.
Me dispongo a salir del local, pero no puedo, ¡hay una señora en medio de la puerta que ocupa toda la entrada! Va vestida entera con un vestido color amarillo fosforito, ¡tiene hasta las uñas pintadas de ese color! ¡que horterada!. Me acerco a ella.
- Perdone...
Me ha oído perfectamente, pero hace oídos sordos, ¡estará demasiado ocupada comiéndose su gofre para no dejarme pasar! la observo detenidamente: es rubia (segurísimamente sea de bote), tiene todos los dedos de las manos llenos de anillos, está lo que se dice "rellenita", lleva un perfume que tira de espaldas, y un maquillaje aún peor.
- Perdone- la repito.
Es cierto que hoy no tengo en absoluto ganas de destrozarme el día, pero si no lo hago tendré que tragarme el abuso y éste quizá me suba de nuevo por la garganta. Y no querría que este estúpido momento me llegase justamente en un recuerdo de felicidad. Porque estoy convencida de que hoy seré feliz. De forma que la sonrío concediéndole una última oportunidad.
- Quizá no se haya dado cuenta, pero estoy intentando salir, ¿me deja pasar?- le pongo una sonrisa super falsa y parece que por fín se ha dado por vencida, o eso o esque ya se ha terminado el gofre.
- Oh sí, perdone señorita- y pone una sonrisa más falsa aún que la mía.
- Gracias.
Dios mío, cuánto odio que me llamen "señorita". Te hacen sentir más pequeña de lo que eres como si mis pensamientos no estuvieran a la altura de los suyos. Puedo que me falte la experiencia, no lo niego, pero la inteligencia no, eso seguro.

Bueno sigamos con el último deseo:

3) Ir a casa y darme un baño super relajante, con sales aromáticas velas y pétalos ¡como en las películas!
Voy de camino a casa  mientras me termino el helado, mmm... ¡delicioso! digo para mis adentros. DEspués de un rato caminando llego a casa. Allí está mi hermano, se llama Daniel, tiene diecisiete años, tres años más que yo, es moreno, con los ojos marrones, es muy alto, amí no me parece muy guapo, al contrario de lo que piensan mis amigas, dicen que está buenísimo, que tiene una super tableta y musculitos, aunque lo de la tableta y los musculitos no se lo niego. Depende del día me llevo de una manera u otra con él, hay días que es imposible dirigirle la palabra y otros con los que pasas las horas divirtiéndote a su lado.
- Hola.
- Hola, ¿qué haces?
- Nada, estudiar.
- ¿Hablando por el tuenti?
- ¡Pues claro!- me dijo sonriendo.
Yo le devolví la sonrisa.
- Oye, me voy a bañar asique si llama alguien abre tú ¿vale?
- Vale...
Nosé si me hará caso, pero bueno, por lo menos se lo e advertido.
Me dirijo hacia el baño, cierro la puerta, y abro el grifo para que mientras me prepare todo se vaya llenando la bañera. Una vez llena vacío la bolsa de sales, son de colores, cada grano de sal es de un color distinto; vacío también un botecito que me dió la dependienta de la tienda de regalo, lo huelo: ¡mmmm! ¡huele a vainilla! y sonrío sin darme cuenta; cojo la bolsa de los pétalos de color rosa, nosé esto hasta qué punto puede llegar a servirme, pero lo ví y me gustó, y ya por último enciendo las velas, también son aromáticas y huelen a vainilla. Me quito al albornoz y me meto dentro, primero un pie y después el otro hasta que sumerjo todo el cuerpo.
Cierro los ojos y disfruto de ese momento.
Sí, tenía razón, hoy era mi día.


¡Hola! soy Alba, la autora, lo primero es daros las gracias por pasar por el blog y por leer la historia.
Lo segundo es que las notas de la autora se escribirán en color rojo.
Y lo tercero es que espero que os haya gustado el primer capítulo, aunque me ha salido un poco largo.
Espero que sigais la historia de principio a fin, y que disfruteis con ella!
Besos.